Jornada Inaugural
KIMUAK
1998. El nuevo milenio está cerca, pero aún hay tiempo para las compras de última hora. El año del Mundial de Francia, de la aparición de Google, de la detención de Pinochet, del último camino emprendido por Frank Sinatra, de la disolución de El último de la fila, de los 11 oscars de Titanic… de la primera convocatoria de Kimuak. Desde hace años el mundo del cortometraje lleva un camino parejo al de su hermano mayor: el largometraje. Pero se le sigue considerando un aperitivo. Algo que por su brevedad, apenas un cuarto de hora, parece no darle derecho a conformar una gran historia. Nada más falso. Bueno, quizás un billete de seis mil pesetas, porque en este momento aun hablamos de pesetas. A lo que Ãbamos, que el cortometraje parece ser el paso previo, la prueba de fuego antes de que a quienes dirigen se les permita realizar un largo. Además, es algo equÃvocamente vinculado a la juventud, un terreno experimental para equivocarse, pues el riesgo de cometer un error en el cortometraje, al ser un elemento de formación, se admite.
Pero volvamos al año 98. Por todo el territorio nacional se convocan concursos de cortometrajes. Llegará un momento en el que casi cada población tendrá su propio Festival de cortos. Con la llegada de la crisis, pocos de estos certámenes sobrevivirán, pero esto es otra historia. Cada Festival marca sus propias reglas, pero en todas hay algo común, la convocatoria de un concurso en el que cada cortometrajista tiene que entregar una copia de su trabajo para ser previsualizado por un comité. Esas copias suelen ser cintas de VHS, luego reemplazadas por DVD y en la actualidad por copias digitales colgadas en algún portal de internet. Y son su productora o los propios directores o directoras los que se han de dedicar a realizar esas copias y a enviarlas con la ilusión de que sean seleccionadas.
Pues bien, en ese año de 1998 a alguien se le ocurre proponer al Gobierno Autonómico Vasco, con la colaboración de la Filmoteca Vasca, hacer una selección de los cortometrajes realizados o vinculados al propio territorio. Y además, integrar ese conjunto de cortos en una atractiva carpeta con todo el material que cada Festival posteriormente demandará: fotos del cortometraje, ficha técnica, sinopsis, biografÃa del realizador y demás datos del equipo técnico y artÃstico. En definitiva, se cumplen dos objetivos: promocionar el cortometraje y facilitar el trabajo a cortometrajistas y a certámenes de cine proporcionando todo ese material. Más allá, si alguno de esos cortometrajes es seleccionado mandarán la copia en 35 mm. para su proyección en la gran pantalla.
Amor por lo propio y amor por el cine. En esta sencilla frase se puede resumir la labor que desde hace años viene desarrollando KIMUAK. Y el mejor termómetro para saber el alcance de una buena idea es cuando esta iniciativa es copiada por otras comunidades: Madrid en corto, Jara en Extremadura, Canarias en corto o Quercus de Castilla y León son buenos ejemplos al servicio de la promoción del cortometraje.
Queda poco espacio, asà que ha llegado el momento de explicar qué es Kimuak. Su traducción al castellano lo define perfectamente: BROTES. Brotes de nuevos cineastas que mediado el tiempo se encargarán de mostrar su talento en el terreno del largometraje, como Nacho Vigalondo, Jon Garaño, Borja Cobeaga, Jose MarÃa Goenaga… Brotes de creatividad, pues en la carpeta de Kimuak siempre han dado cabida al terreno de la experimentación, como demuestran los trabajos de Asier Altuna o Koldo Almandoz. Brotes que no solo se reducen al terreno de la ficción, sino también al documental o a la animación. Brotes de ilusión que son regados con la mirada de cientos de espectadores en todo el mundo y que en múltiples ocasiones reciben numeroso premios, el mejor abono para continuar con esta labor. Y por todo ello, solo queda decir: Muchas Gracias Kimuak, que vuestros Brotes arraiguen en la memoria del público por mucho, mucho tiempo.